Jorge Perera González.
El 19 de septiembre de 2017 (19S), sin lugar a dudas marcará un antes y un después en la formación de los jóvenes; ya que su historia comenzará a tomar un nuevo sentido. Un sentido que probablemente les permitirá comprender su presente y poder reflexionar sobre los lazos que existen entre los individuos para visualizar “como un grupo, una comunidad y una nación logran tener una cohesión mediante propósitos comunes que ligan entre sí a todos sus miembros” (Luis Villoro). En esta ocasión, más allá de hablar sobre algún elemento específico pedagógico para este artículo, me gustaría retomar este acontecimiento sucedido en México y reflexionar en el impacto que puede tener en el proceso educativo de los niños y jóvenes. Sin que suene oportunista, pero aprovechar esta coyuntura histórica para fortalecer nuestro rol como educadores y el rol que están jugando hoy en día las nuevas generaciones lo veo importante para el fortalecimiento de una educación integral que va más allá de modelos curriculares, más allá de actualización de nombres, va más hacia el sentido de la responsabilidad social y unión, elementos que han tomado un protagonismo esencial en estos momentos.
Para algunos jóvenes, la historia podrá no resultar atractiva para otros todo lo contrario una disciplina de aprendizaje; pero lo que si resultará inminente es que ellos han sido parte de un acontecimiento clave para ella y que a través de la misma, retomando la idea del párrafo inicial, comprenderán los lazos que los unen a su comunidad llevando a construir nuevas actitudes, a fortalecer los valores y porque no, a construir nuevos paradigmas que le den un nuevo sentido a su vida, a su historia. Es por esto, como educadores, que tenemos una misión importante. Los medios de comunicación lo mencionan y tiene su parte positiva: los jóvenes han sido los protagonistas; y nos toca seguirlos guiando, seguirlos formando de manera integral, seguirles dotando de herramientas dentro y fuera del aula para que ese protagonismo no se diluya sino que continúe y crezca para que realmente su historia, su mundo tenga un verdadero sentido para ellos y puedan seguir contribuyendo en la construcción de un México y un mundo mejor.
Una forma de poder apoyar esta importante misión, es a través del fortalecimiento del concepto de aprendizaje servicio, que más que una práctica de asistencialismo inmediato pueda ser una práctica constante y de aprendizaje donde los jóvenes puedan explorar el sentido de la responsabilidad social y puedan tomar conciencia de sí mismos, de su comunidad y el papel que tienen dentro de ella. La exploración de esta responsabilidad social, dentro del proceso educativo de los niños y jóvenes, promueve un perfil de personas preocupadas por las injusticias que suceden a su alrededor y que buscan comprometerse con acciones concretas; personas que sean capaces de escuchar, intercambiar y entrar en empatía con los demás; personas capaces de crear soluciones ante las problemáticas actuales y todo para promover una unión entre los miembros de las comunidades para un fin común. Estos elementos del perfil de una persona con responsabilidad social, se han hecho presentes tras los acontecimientos del 19S pero de ahora en adelante, la educación también tomará un rol fundamental puesto que podremos apoyar a estos niños y jóvenes a dotarles de elementos pedagógicos para que su servicio y sus acciones adquieran un mayor significado y se vean enriquecidos en su desarrollo emocional, intelectual a través de las experiencias de aprendizaje que les ha tocado –y les tocará- vivir.
Aprovechando esta coyuntura, para el fortalecimiento de la formación integral de los jóvenes, podremos reflexionar sobre los niveles de compromiso existentes dentro de las dinámicas vivenciales. James Toole, llegó a presentar a la comunidad educativa una adaptación de Westheimer y Khan sobre estos niveles que hablan de: ciudadanos transformadores, ciudadanos participativos y ciudadanos personalmente responsables que van desde una participación básica hasta ser ejemplos de acción con conocimiento cívico. Es en estos momentos, que podríamos reflexionar sobre ¿Qué tipo de ciudadano quiero ser?
Las nuevas conductas que adoptarán a partir del 19S serán un producto de la interacción entre la madurez y el aprendizaje (Teresa Almaguer) que les dejó vivir aquel día y los que le siguieron. Por tal motivo, hay que aprovechar este crecimiento que lleva el reconocimiento de sus capacidades potenciales y guiarlos, como educadores, a un nuevo nivel donde se adapten a este presente, mantengan un equilibrio, asimilen su vida y su entorno y puedan crear lo que sea necesario para una vida mejor para ellos y para el mundo pensando en su responsabilidad social que los ha llevado a una unión sin precedentes.
Una unión como sociedad, como nación mexicana; donde el pensamiento de Ernest Renan del s. XIX (¿Qué es una nación?), que podría fortalecer el pensamiento actual, se podría retomar:
Una nación es, a nuestro entender, un alma, un espíritu, una familia espiritual, resultante, en el pasado de los sacrificios, de las glorias, a menudo de los duelos y de los pesares compartidos, y en el presente, del deseo de seguir viviendo juntos. Lo que constituye una nación no es el hablar la misma lengua o el pertenecer a un mismo grupo etnográfico, sino haber hecho en el pasado [y en el presente] grandes cosas juntos y querer seguir haciéndolas en el futuro.
Haciendo referencia a una antigua pero aún presente pregunta ¿Historia para qué? Pero ahora bajo la perspectiva educativa después de lo que se ha vivido ¿Educación para qué? Una respuesta, de tantas, podría ser para que los niños y jóvenes comprendan su vínculo con la comunidad y asuman una nueva actitud consciente entre los miembros de la misma, Esto, ante las circunstancias en las que les ha tocado vivir; lleva un mensaje integrador ante los rumores de una sociedad indiferente. Pero sea cual sea la respuesta, son ellos ahora los nuevos protagonistas de esta historia y no nos queda más que seguir adelante con ellos para acompañarlos y verlos crecer como ciudadanos con responsabilidad social y sentirnos orgullosos de los que son capaces para transformar a la nación mexicana y crear una nueva historia, su historia… una historia de unión.