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Neurociencias en el aula: aprendizaje emocionante


Alma Velasco Rosas.

Educar sin conocer cómo funciona el cerebro es como querer diseñar un guante sin haber visto nunca una mano.

Leslie Hart, Asociación de Neuroaprendizaje cognitivo

El siglo XXI está siendo considerado por muchos expertos como la Era del Cerebro, debido a los grades descubrimientos que se han hecho alrededor de la mente y sus procesos físicos, químicos y cognitivos. Desafortunadamente la mayoría de los docentes que estamos hoy frente a grupo tenemos poco o nulo conocimiento del cerebro humano y su funcionamiento, a pesar de ser la materia prima de nuestro trabajo. Los centros de formación docente pocas veces incluyen materias relacionadas con las neurociencias, en parte por lo novedoso de esta disciplina.

Este artículo se centra en acciones específicas que los maestros podemos empezar a hacer en nuestro salón, sin necesidad de contar con un neuro scan –y su debida interpretación- de cada uno de nuestros alumnos.

  1. La neuroplasticidad: rutina y novedad.

El cerebro es capaz de modificar su propia estructura y adaptarse a nuevas situaciones. Para ayudarlo, necesitamos dos actividades básicas: La primera, es la creación de rutinas. Esto nos ayuda a entrenar al cerebro a lograr un cambio de hábito. Por ejemplo, limpiar diario el salón a la misma hora en el mismo orden, modificará una conducta desde la estructura cerebral. Para ello, las tareas en casa durante los fines de semana o vacaciones deben ser la repetición de dichas rutinas (por ejemplo, hacer la cama, barrer, etc.). Los padres estarán fascinados al ver que nuestros alumnos cuentan con estos hábitos, que no les quitarán más de 10 minutos y los estarán formando para toda la vida.

La segunda, es contar por lo menos cada tercer día, con un factor sorpresa. Este elemento se introduce sin modificar las rutinas. Debe ser algo que genere emoción, confrontación, novedad al aula. Así el cerebro de los alumnos se mantiene alerta ante los cambios y segrega substancias que lo hacen querer repetir dicha experiencia nueva. Pueden ser actividades de cocina o arte sin previo aviso, viernes de pijamas, o que nos disfracemos de forma alusiva para dar un tema nuevo de Historia, por ejemplo.

2. Neurogénesis

Mientras más actividad física exista, mayor será la creación de nuevas neuronas. Fomentemos que nuestros alumnos se muevan, cambien de lugar, se levanten y combinen la actividad física con la intelectual. Por ejemplo: saltar la cuerda mientras practican las tablas, búsqueda del tesoro, bailar alguna canción de moda que requiera habilidades especiales.

La otra forma de generar neurogénesis es mediante actividades que impliquen retos para los alumnos. Los retos deberán generar emoción, es decir, deberán tener un grado de dificultad tan alto como el grupo lo permita, pero con cuidado de no generar demasiada frustración en ellos, es decir, asegurémonos de que la mayoría se esfuerce por resolverlo pero pueda lograrlo.

Utilizar plataformas especializadas como Progrentis es un ejemplo de cómo las Tics son fundamentales para crear redes neuronales. Con esta herramienta, se pueden ver resultados rápidamente. Los alumnos avanzan en su comprensión lectora y atención, al mismo tiempo de juegan en una tablet. Al sentirse cómodos y exitosos, desean repetir la experiencia una y otra vez.

3. Sensibilidad a los periodos de desarrollo cerebral

Cada etapa de desarrollo tiene sus características, por ello es esencial tener las bases científicas que respalden el porqué de nuestro trabajo. Es recomendable hacer una tabla de lo que el alumno de “x” edad cronológica será capaz de hacer y las características generales del desarrollo cerebral y cognitivo. De mayor utilidad será si todos los maestros del colegio nos apegamos a un solo teórico. Esta tabla deberá estar actualizada, y al alcance de los padres a fin de orientarlos en este respecto; será de gran utilidad en juntas con ellos, ya que muchas veces, las expectativas de los padres no son afines a los periodos de desarrollo de los alumnos. En caso de tener alumnos con barreras para el aprendizaje, se deberán tener en cuenta sus necesidades en cada una de las áreas de trabajo. Conforme se construye esta tabla, también podemos incluir los intereses específicos de cada grupo en particular. Sobre todo en edades tempranas, es importante no forzar ni querer adelantarnos, ya que con ello lo único que lograremos será entorpecer los procesos de desarrollo. Es muy importante tener en cuenta que, dependiendo de cada edad, los horarios de atención y los periodos varían. Si bien no podemos modificar el horario escolar, si podemos aprovecharlo. Un claro ejemplo de esto es que la Neurociencia ha confirmado que los adolescentes entran a una curva de aprendizaje más amplia a partir de las 10 am. Antes de esto, su cerebro está “dormido”. Si como docentes entendemos esto, podemos planear actividades gimnásticas, deportivas al aire libre antes de las 10, y comenzar con matemáticas en ho


rarios clave para tener la atención de la mayoría.

4. Códigos secretos

Por un lado, debemos tener “fórmulas verbales” o palabras clave para comunicarnos con nuestros alumnos. Así ganaremos dos ventajas: un sentido de pertenencia al grupo y rapidez al trabajar. Por ejemplo, si los alumnos saben que al poner una canción específica es la clave para terminar un ejercicio y al escucharla todos deben ponerse de pie en silencio, Nos ahorraremos gritos y aclaraciones. Al mismo tiempo, el cerebro creará alertas y entenderá códigos nuevos para comunicarse. Podemos utilizar palabras, gestos, sonidos y hasta olores: Llevemos un registro de dichos códigos para recordarlos, y entre más edad tengan nuestros alumnos podrán ser más códigos.

5. Memoria. La gran olvidada del constructivismo

Como buenos hijos del constructivismo, los colegios de hoy anteponen la comprensión a la memoria. Por ello cada vez es más difícil que nuestros niños memoricen las tablas, canciones, fechas, teléfonos, etc. Para ejercitar el cerebro en ello, tenemos que regresar a lo fundamental: dar espacios para la memorización. Y no estamos hablando de repetir como pericos un libro entero, pero sí de inventar juegos de palabras, acordeones y chuletas que permitan a los alumnos trabajar esta zona cerebral llena de telarañas. Las rutinas de pensamiento son excelentes herramientas para memorizar, visualizar y comprender a la vez. Memorizar, digamos, un texto de una obra teatral mientras caminamos, corremos, bailamos o brincamos es de gran ayuda.

6. La motivación: Aprendizaje emocionante

Para que la experiencia académica exista debe ser todo lo contrario a aburrida. Debe apelar a las emociones, conectar a los seres humanos. Sabemos perfectamente que los maestros competimos a diario con la tecnologías de la información. Entonces, ¿cómo despertar a esos cerebros aburridos? El juego es nuestra respuesta. Hagamos del aula un espacio emocionante. Y, si el cerebro es nuestro órgano del aprendizaje, ejercitémoslo. Lo que decimos, pensamos y sentimos modifica nuestro cerebro, así que, convirtámonos en maestros apasionados. Digámosle a nuestros alumnos cuán inteligentes son: Celebremos sus logros. Si construimos emociones positivas estaremos repitiendo esos patrones creados por nuestras neuronas. Así que a sonreír y a llenar al aula de actividades fascinantes, creemos aventuras nuevas y retos cada vez más ambiciosos para nuestros alumnos. Para ello es esencial planear correctamente. Y no debemos olvidar el ambiente: salgamos del salón y abramos las ventanas. Renovemos el aire, literal –el cerebro necesita oxigenarse- y metafóricamente.

Lo que conocemos hoy como Neurodidáctica -conocer a fondo el funcionamiento del cerebro y sus implicaciones prácticas en el salón de clases- nos servirá para ser mejores líderes y optimizar la capacidad intelectual de nuestros alumnos, así como su desarrollo emocional y social.

Las neurociencias ha desmontado muchos mitos, creencias y prácticas áulicas pero, al mismo tiempo, los neurocientíficos nos hablan en términos médicos que no entendemos, Parecería que está de moda ponerle el prefijo “neuro” a todo cuanto estudiamos… pero más allá de la moda y la terminología médica, es importante que los maestros podamos aplicar lo que se gesta en los neuro-laboratorios y en revistas de investigación a fin de que nuestros alumnos aprendan más y con mejor calidad, y de forma más duradera y práctica.

Experimentar la felicidad es poner nuestro cerebro en alerta. Y la mejor aprendizaje nos capacita para ser felices y desear seguir aprendiendo para toda la vida.

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