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Reflexiones sobre las prácticas educativas en esta contingencia:

¿La educación en línea es lo que se necesita en el periodo de cuarentena por COVID-19?

Ernesto Tlacaelel Rojas Jiménez.


La exposición de las ideas que se plantean requiere de una delimitación geográfica y temporal. Para el día en el que se terminan de plasmar estas líneas, la Ciudad de México se encuentra en semáforo naranja. México cuenta con 32 entidades federativas, 18 se encuentran en semáforo rojo (nivel de contagios extremadamente alto), 14 en semáforo naranja (nivel de contagios alto), ninguna en amarillo (nivel de contagios moderado) o verde (nivel de contagios bajo). (Milenio digital, 2020)

El panorama que se vislumbra es complejo: empezar el ciclo escolar en línea.

Basta con ver los comentarios que sociabilizan en las redes sociales los padres de familia, los docentes y la sociedad en general para percatarnos que no estábamos preparados para esta transición hacia la implementación de tecnologías en los procesos de enseñanza y mucho menos en los de aprendizaje. Aquí está el punto de partida de esta reflexión que se visibiliza con la siguiente cuestión: ¿en realidad los estudiantes, considerados como parte de las nuevas generaciones, son nativos digitales?

La cuarentena por la que atraviesan todos los países del mundo ha evidenciado algunas situaciones que, tal vez por su cotidianeidad, no se vislumbraban como esenciales. Trabajos que son indispensables para todos y que carecen de reconocimiento social. Tal es el caso de los productores y transportistas. Qué repercusiones tan negativas puede traer el desabasto de las mercancías de la canasta básica en cualquier región.

Igualmente, se puede ver que existen otros trabajos que aún no se han creado y que serán indispensables para la consolidación de los conocimientos que nos permitan como humanidad, contar con los recursos necesarios para sobrellevar cualquier tipo de situación que nos afecte en lo colectivo. Aquí emerge la segunda pregunta de esta reflexión: ¿los conocimientos que se pretenden inculcar en los niños y jóvenes responden a las necesidades actuales y a las que planteé el progreso natural de la ciencia y la tecnología?

Como último punto de esta reflexión, es vital el análisis sobre cómo llevar a cabo la empresa educativa en este periodo de contingencia y confinamiento, con especial atención en el objetivo primordial del quehacer pedagógico: qué tipo de ser humano se pretende formar. Al parecer, las preocupaciones que ocupan a docentes, directivos y autoridades educativas están centradas en el uso de los recursos tecnológicos para cubrir la carga horaria de las clases, y no en cómo aprovechar estas herramientas dentro de las circunstancias en las que nos encontramos para, a pesar de todo, alcanzar la meta que establece el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana: promover el aprendizaje de excelencia, inclusivo, pluricultural, colaborativo y equitativo a lo largo del trayecto de su formación (individual). (Secretaría de Educación Pública, 2019)

Así, la tercera interrogante que orienta esta reflexión es: ¿las actividades en línea son un medio eficiente para alcanzar los objetivos educativos?

Ahora que se cuenta con una contextualización precisa de los elementos que abarca esta reflexión, es momento de empezarla. Solo hay que aclarar que las ideas y argumentos expuestos tienen sustento en mis prácticas cotidianas como docente de educación primaria durante este periodo de cuarentena en el Colegio Algari, que se encuentra al sur de la Ciudad de México, así como en mi formación profesional en el campo de la pedagogía.

Ante la primera pregunta que se planteó: ¿estamos frente a una generación nativa digital? La respuesta es compleja y hay que contemplar diversas aristas para tratar de llegar a un acuerdo. Empezaremos con la relación que existe entre la tecnología con las personas, en específico con los niños.

Es frecuente escuchar a los padres de familia muy asombrados por las habilidades que tienen sus pequeños hijos con la manipulación de aparatos electrónicos como celulares, tabletas o consolas de videojuegos. Es posible que estos avances tecnológicos generen una ruptura en la forma de hacer las cosas, lo que implicaría abandonar las formas tradicionales para adoptar nuevas. Entre los campos susceptibles de esta transformación, está el educativo en sus tres modalidades: formal, no formal e informal.

Con lo anterior, la primera respuesta que se puede brindar a la pregunta en turno es: sí, sí estamos frente una generación nativa digital porque nacieron en una época en donde, durante toda su vida, han convivido con celulares, redes inalámbricas de Internet, redes sociales, videojuegos en línea y la posibilidad de ser localizado en cualquier momento. En contraste, todos aquellos que superamos los treinta años, fuimos testigos de la transición tecnológica en donde los celulares comenzaron a ser accesibles para toda la población, la señal de Internet dejó de ser alámbrica y el uso de dinero electrónico es una práctica común. Aun así, sería erróneo asegurar que todas las personas aceptaron y adoptaron esta transición.

Desde otra postura, se puede contestar que no al cuestionamiento en turno. No, no estamos ante una generación digital. En esta cuarentena, cuántas veces los profesores se han encontrado con el hecho de que los niños, los jóvenes y hasta los padres de familia no saben usar la tecnología con fines diferentes a los del entretenimiento. Cuántos profesores tuvieron que realizar alguna de las siguientes actividades: enseñar cómo crear un correo electrónico para unirse a las plataformas como Classroom, diseñar un tutorial con los pasos a seguir para subir archivos con sus evidencias a las plataformas o para adjuntar archivos a un correo electrónico, dar indicaciones para activar la cámara y el micrófono en una videollamada o cómo desactivar el micrófono para no escuchar tanto ruido. Cuántos docentes no sabían hacer todo lo anterior y lo aprendieron y cuántos más se resisten a cambiar sus condiciones de trabajo.

Tampoco se busca generalizar esta situación, pero no hay que dar por hecho que, en su totalidad, las nuevas generaciones están habilitadas en el uso de las tecnologías, es más, hay un porcentaje que no tiene la posibilidad de contar con un celular, tableta, computadora o señal de Internet; elementos indispensables para el desarrollo de las actividades en línea.

Conjuntamente, sería revelador medir qué porcentaje de las actividades que se implementaron en línea emplearon recursos digitales como aplicaciones o plataformas, y cuántas de ellas consistieron en imprimir las actividades o contestar libros para después mandar fotografías como evidencias del trabajo que se hizo en casa. Es un tema complejo porque abre el debate a muchas inquietudes: ¿cuál de las dos dinámicas debemos entender como educación en línea?, ¿las dos son válidas?, ¿hay alguna diferencia entre las dos prácticas? Por el momento, las preguntas se quedan en el tintero para un análisis posterior.

Retomando el hilo de esta reflexión, ¿cuál es la respuesta contundente a la pregunta de si estamos ante una generación digital? Simplemente no la hay. Sin embargo, quienes trabajan en el campo educativo tendrían una gran ventaja si son conscientes de esta área de oportunidad y la aprovechan para facultar a los estudiantes en el uso de las tecnologías como un medio en diversos ámbitos de la vida, en especial, en aquellos que se relacionan con el ambiente escolar: excelente pretexto para enseñar contenidos y fortalecer las habilidades y destrezas de quien aprende. Aprovechar los recursos tecnológicos para efectuar las actividades cotidianas es cómodo, pero sería de mayor provecho que las personas diseñen sus propios recursos para atender sus necesidades, perfil que requiere de múltiples conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes.

A propósito, si uno se pregunta a qué tipo de escuelas acuden los hijos de los ingenieros y demás personal de Silicon Valley, lugar en donde se encuentran las oficinas centrales de empresas como Apple, YouTube, Google y Hewlett-Packard, se podría suponer que son escuelas con las computadoras y dispositivos más avanzados. Para asombro de todos y de acuerdo con el diario El País (El País, 2016) muchos de los hijos de estos creativos asisten a colegios libres de tecnología. Los argumentos que brinda la publicación señalan que el uso desmesurado de la tecnología provoca en los estudiantes poca disposición para pensar de forma distinta y resolver problemas, cualidades que difieren de las necesidades que la dinámica contemporánea demanda, como: la toma de decisiones, la creatividad o la concentración. Además, agregan que la tecnología que usamos ahora resultará obsoleta en el mundo del mañana.

Así que no, no debe ser causa de asombro que un niño manipule un celular de manera excelsa. Que el uso de la tecnología resulte tan intuitivo es gracias al gran trabajo de los diseñadores, ingenieros y demás profesionales que están detrás de su diseño, o, en los últimos meses, ¿qué tan necesario ha sido para usted leer el instructivo de algún aparato que haya adquirido? Es más, hay objetos electrónicos que ya no traen manual y ni cuenta se ha dado porque no son necesarios.

Para asegurar que un niño o joven es nativo digital debe cumplir con ciertas características: tener los medios económicos para la adquisición de los dispositivos, contar con la infraestructura para su conectividad a la Internet, saber cómo operar los dispositivos y desarrollar las habilidades para su uso. Son cosas diferentes saber prender o apagar un aparato a cómo utilizarlo para facilitar o llevar a cabo actividades complejas.

Ahora que está presente la idea de que el uso de la tecnología es y será cada vez más frecuente para las actividades cotidianas, podemos entrar a los terrenos del segundo cuestionamiento de esta reflexión: ¿los conocimientos que se pretenden inculcar en los niños y jóvenes responden a las necesidades actuales y a las que planteé el progreso natural de la ciencia y la tecnología?

Contestar esta pregunta resulta provocador y es el motivo para compartir esta reflexión. El confinamiento y los medios digitales han implicado un reto para aquellos que se dedican a la docencia y solo cuentan con la experiencia de las clases presenciales. Habrá quienes tengan mayor destreza en este rubro y trasladar sus actividades a la modalidad en línea resultó sencillo. Cualquiera que haya sido nuestra condición, no nos libra de cuestionar los resultados de nuestras prácticas bajo esta modalidad y eso es lo que nos ocupa en este momento.

A partir de aquí, es inevitable que escriba en primera persona. Como mencioné, esta reflexión proviene de las vivencias que la cuarentena me ha otorgado. Quiero empezar por establecer que las asignaturas que tienen un lugar preponderante en las actividades escolares cotidianas de mi grupo son Español y Matemáticas, así, en ese orden. La primera, porque es el medio que permite al ser humano aprehender el mundo, hacerlo suyo, interiorizarlo, abstraerlo; posibilita que el hombre otorgue un significado a sus experiencias y comprenda el uso de los conceptos como un código de la comunicación. La segunda, estimula la capacidad de observación, del análisis, de la síntesis y la categorización. En conjunto, promueven el pensamiento crítico.

Un gran problema que hay en la enseñanza y en el aprendizaje de estas asignaturas es priorizar la mecanización por encima de la comprensión. Es frecuente encontrar niños que resuelven a la perfección operaciones establecidas, como multiplicaciones con decimales o sumas de fracciones, pero cuando se les pide que resuelvan un ejercicio donde comprendan la relación entre los datos y propongan una operación para obtener la información faltante, resulta estresante para ellos.

Situaciones como esta provienen de la priorización de los docentes en tres aspectos concretos: lo actitudinal, lo procedimental y lo conceptual. En las actividades en línea durante la cuarentena procuremos mantener alta la motivación en los niños y jóvenes, proponer actividades que tengan un producto como evidencia y buscar información en diversas fuentes junto con ellos, actividad indispensable para enseñar a las nuevas generaciones cómo emplear los recursos tecnológicos de los que disponen para encontrar información y cómo discriminarla para tener certeza de que es verídica o por lo menos pasó por un proceso editorial. Tampoco estamos frente a una propuesta nueva, grandes autores han desarrollado sus ideas con una estructura similar: Dewey, Freinet, Ausubel, entre otros.

El abordaje interdisciplinar es otra herramienta muy útil para las clases en línea. Los tiempos de atención de los niños son cortos y los temas son amplios y diversos. Imagínese las dificultades que se presentan dentro de un salón de clases en donde el docente tiene control sobre la mayoría de las variables que pueden influir en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ahora, pensemos en todos aquellos factores que no están al alcance del profesor durante las sesiones virtuales.

Optimizar los tiempos es una gran estrategia para mantener la atención de los niños y jóvenes, propuesta que está alejada de la idea de mantenerlos cautivos frente a una pantalla durante el mayor tiempo posible.

Como muestra, durante el mes de mayo, realicé un ejercicio muy nutritivo junto con los niños del grupo de 6º de primaria. Aprovechamos la abundante información sobre el COVID-19 y lo convertimos en nuestro objeto de estudio. Describir la metodología y mostrar los resultados suena muy atractivo, pero quedará para otra ocasión. Sin embargo, rescato lo positivo que encontré en esta práctica.

De inicio, los niños descubrieron que a pesar de toda la información que les llega a través de los comentarios de sus familiares, conocidos o medios de información; pueden cuestionar los hechos a través de sus dudas o curiosidad. Entendieron para qué sirve la estadística, en especial la moda y la media. Comprendieron que no existen respuestas correctas o incorrectas en una encuesta, además de ver el porqué la encuesta emplea las preguntas cerradas como un mecanismo para delimitar el objeto de estudio a una serie de posibilidades. Analizaron si lo que ocurre en la cuarentena es un problema social y cómo es que impacta en la vida económica. Empleamos Google Forms para recabar la información que cientos de personas nos proporcionaron. ¿Trabajo interdisciplinario? Así es, y solo se emplearon cinco sesiones de una hora al día para comentar sus avances o dudas. El trabajo lo realizaron en casa, con ayuda de sus familias, sin la necesidad de estar conectados a una videollamada todo el tiempo. En este proyecto, que titulamos ¿Cómo vives la cuarentena?, retomamos los contenidos de las asignaturas de Español, Matemáticas, Geografía, Ciencias Naturales y Formación Cívica.

No debe limitarse la mirada de los niños a una sola perspectiva, exploremos desde distintas posturas e interpretaciones, inclusive si no son las nuestras. Dejemos que los niños formulen sus propias hipótesis y procedimientos; permitamos que se equivoquen y después mostremos un camino por el que puedan alcanzar sus metas y objetivos. Es muy gratificante ver a un niño que cuestiona y que busca sus propias respuestas, que construye su propia forma de ver y convivir con el mundo, que supera sus propios obstáculos. Estos son los conocimientos y las habilidades que todo individuo, en lo ideal, debiera poseer.

Queda por atender la última cuestión: ¿las actividades en línea son un medio eficiente para alcanzar los objetivos educativos? Sí, lo son, solo si asimilamos que la dinámica en esta modalidad es diferente. Hay cuestiones que el docente no puede controlar y otras tantas que se pierden por la impersonalidad. Debemos proponernos como objetivos en las actividades a distancia lo siguiente: cuestionar las actividades cotidianas para crear nuevas formas de interpretar e interactuar con el mundo. Crear experiencias que estimulen la curiosidad, la creatividad y la expresión. Y, fundamentalmente, actuar como guías en este océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certezas. (Morín, 2000)

El horizonte se observa complejo, pero somos quienes llevaremos a buen puerto esta embarcación llamada educación.

Referencias

El País. (2 de marzo de 2016). Colegios que triunfan ahora en Silicon Valley: sin computadora ni Wifi. Obtenido de Estrategia y negocios: https://www.estrategiaynegocios.net/empresasymanagement/management/935499-330/colegios-que-triunfan-ahora-en-silicon-valley-sin-computadora-ni-wifi

Milenio digital. (17 de julio de 2020). En semáforo rojo, 18 estados por coronavirus; 14 están en naranja. Obtenido de Milenio: https://www.milenio.com/politica/comunidad/semaforo-covid-19-mexico-situacion-actual-20-26-julio

Morín, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educacion del futuro. México: UNESCO.

Secretaría de Educación Pública. (16 de julio de 2019). La Nueva Escuela Mexicana: principios y orientaciones pedagógicas. Obtenido de http://dfa.edomex.gob.mx/sites/dfa.edomex.gob.mx/files/files/NEM%20principios%20y%20orientacio%C3%ADn%20pedago%C3%ADgica.pdf

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