Sin lugar a dudas, las prácticas escolares implican un momento crucial en la vida cotidiana de las personas, pues la escolarización implica que los individuos se sometan a un régimen específico que causa una ruptura con sus formas domésticas de aprender, hablar y comportarse. En la práctica, las rutinas escolares se diferencian de otros ámbitos de la vida social debido a que: a) Constituyen una realidad colectiva; b) Delimitan un espacio específico; c) Actúan en límites temporales determinados; d) Definen los roles de docente y alumno; e) Predeterminan y sistematiza contenidos; y f) Proponen formas de aprendizaje descontextualizado.
En suma, la escuela representa demandas cognitivas específicas, diferentes a las que los sujetos enfrentan en su vida cotidiana; esto implica que en la escuela además de desarrollarse contenidos formales y saberes explícitos, los alumnos aprendan a construir sus propios procesos intelectuales.
Tradicionalmente el aprendizaje escolar ha sido considerado bajo un enfoque didáctico de maestro/alumno. Es decir, desde esta óptica el proceso educativo se reduce al encuentro entre dos sujetos, ignorando el resto de las variables relacionadas.
Hoy en día, sin embargo, y ante una sociedad más compleja, podemos decir que existen otros enfoques que modifican nuestra concepción tradicional de la educación, debido a que incorporan otros elementos relevantes.
Ahora bien, entre estas nuevas perspectivas, destaca por ejemplo el enfoque por triadas, que plantea ocho posibles combinaciones para el acto educativo siempre enmarcado en el contexto escolar. Y a reserva de desarrollar de manera más detallada nuestras opiniones sobre cada una de las triadas siguientes, solo las enunciaremos de manera general a manera de marco de referencia: 1. Triada Educador/Alumno/Saber general (donde uno de los pilares tiene que ver con lo que en un nivel macro se busca alcanzar en el proceso educativo); 2. Triada Educador/Alumno/Materia (donde los conocimientos específicos a lograr son un punto de referencia); 3. Triada Educador/Alumno/Escuela no formal (donde es importante analizar el papel de los medios de comunicación y los aprendizajes del alumno en su familia o colonia); 4. Triada Educador/Alumno/Padres de familia (donde los papás del alumno también juegan un papel de educadores); 5. Triada Educador/Alumno/Otros educadores (donde es importante analizar los aprendizajes derivados de la acción colectiva en la escuela); 6. Triada Educador/Alumno/Sociedad (donde el alumno como parte de una sociedad delimitada en lugar/tiempo y espacio, desarrollará conductas y actitudes muy particulares); 7. Triada Educador/Alumno/Instalaciones materiales y condiciones de vida (donde es crucial discutir el papel de los instrumentos que facilitan los aprendizajes, así como el contexto vital en donde se desarrolla el alumno); y 8. Triada Educador/alumno/Apoyos de la enseñanza (donde es preciso estudiar los factores que refuerzan o dificultan el proceso educativo).
A manera de una primera conclusión, creo que todos aquellos que tenemos el privilegio de coordinar esfuerzos en espacios educativos, debemos pensar a la educación como un fenómeno sumamente complejo en el que además de profesores y alumnos intervienen una gran cantidad de variables tales como la sociedad misma, el sistema escolar como un conjunto, los métodos y técnicas de enseñanza, los contenidos programáticos, el sistema de contratación y formación de docentes, la institución escolar como un universo con sus particularidades, así como los entornos en donde viven y crecen los educandos.