Iván Aguilera Telles.
Sin duda este desafío humanitario pone a prueba todas nuestras habilidades como Seres humanos, sin importar nuestra profesión, nuestra “expertis” estamos frente a uno de los retos más grandes del mundo moderno.
Las políticas de cuidado frente al virus denominado COVID-19 que nos indican no salir, quedarse en casa, guardar una sana distancia, reforzar las medidas de higiene son variables que ponen a prueba nuestras habilidades creativas, empáticas, tolerantes, solidarias, de autocuidado, de comunicación y de acompañamiento y de enseñanza hacia el otro entre otras.
Ante una sociedad de la información se requiere de la principal habilidad para enfrentar con asertividad la situación de emergencia que vivimos: el uso del pensamiento crítico, el cual nos permitirá diferenciar dentro de abundante inundación de información qué es real y qué es ficticio o inventado; qué si puedo hacer desde mi trinchera humana y profesional de lo que no. Las capacidades de observación, análisis y diferenciación serán vitales para subsistir socialmente en los siguientes días y no caer en la desesperación, el pánico y situaciones que deriven en ansiedad, depresión y tristeza.
Asimismo, el uso del pensamiento creativo será una herramienta necesaria para poder sobrellevar el encierro desde este enfoque de crear, innovar, rediseñar, cambiar o inventar algo que nos permita no sólo entretenernos sino fortalecer nuestra capacidad creativa y así reconocer nuestros talentos. Si combinamos esta habilidad con actividades artísticas en automático nuestra tolerancia, nuestro pensamiento y emociones se equilibrarán pues el cerebro y cuerpo generarán los elementos necesarios para mantenernos en equilibrio. Ayuda y se vale: apagar el celular un momento, dejar de ver la tv o escuchar noticias, dejar de seguir las redes para que no contribuyas a una “infoxicación” de información que atente contra tu estabilidad y la de los que te rodean. Los “chats” deben también descansar pues son un catalizador de cosas positivas o negativas según el momento y el estado emocional y personalidad de quienes escriben en él.
Agregar el poner en práctica un poco de ejercicio: simple, sencillo, nada extraordinario sumará a favor de tu cuerpo, tu estado de ánimo pues segregarás toxinas que permiten sumar a favor de tu estabilidad.
Ahora bien, debes ser empático sin caer en el sobre cuidado y exageración para asegurar un correcto proceso de socialización con quienes te rodean. Seguir las recomendaciones de sana distancia, el lavado de manos y formas adecuadas de estornudar no deben ser sinónimo de conflictos sino de crear consciencia por ti y tus seres queridos. Por ello, todos los miembros de un lugar deben ponerlo en práctica sin ser insistentes, ni groseros. Como papá/mamá/tutor/responsable de alguien se vale modelar, ensayar y poner en práctica de forma amable y amigable para todos. Sumar a este modelado con una correcta comunicación; es decir con buena forma y amabilidad harán una formula perfecta para incidir en el cambio y así se favorece el autocuidado. La máxima en este tipo de estrategias deber ser vista desde el yo: primero por mi, después por mi para contribuir en el otro donde si lo haces como individuo como consecuencia favoreces al otro (o sea al que o los que te rodean).
La situación no es nada sencilla, pues la cotidianidad y el ritmo de vida que llevamos en esta época es la antítesis de lo que requiere este tiempo y me refiero a que la cosas no pasaran de forma inmediata, debemos ser tolerantes, la velocidad a la que estamos acostubrados hoy en día se ha visto modificada, pero sin duda creo que es un momento de reflexión y de replanteamiento de lo que hacemos y cómo lo hacemos, así como el para qué. Convivir con quien compartimos casa, encierro, comida pondrá a prueba el desarrollo, surgimiento y fortalecimiento de otras habilidades que tal ves no habíamos necesitado para seguir siendo nosotros.
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