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¿Cómo transmitir noticias difíciles a nuestros niños?

Alma Velasco Rosas.

Como padres y maestros de nuestros tiempos, tenemos que estar preparados para ayudar a nuestros hijos y alumnos a comprender acontecimientos duros y a procesarlos de la mejor manera.

Como lo indica en Dr. Harold S. Koplewicz, cuando llega la tragedia, nosotros, padres y maestros, nos encontramos con un doble reto: procesar sus propios sentimientos de aflicción y angustia, y ayudar a nuestros niños a hacer lo mismo.

Lo que podemos hacer es ayudarlos a procesar y a expresarse ante estos eventos de la mejor forma para finalmente, hacerlos sentir más seguros y enseñarles a desarrollar habilidades para enfrentar los problemas. Más allá de ello, podemos alentarnos a cambiar la realidad en la que viven, canalizar el dolor y superar la adversidad.

1. La primera sugerencia es precisamente, adelantarnos a los medios u otras fuentes. No demoremos en informar a nuestros niños de lo ocurrido. De esta forma, aunque el hecho sea doloroso o desconcertante, el tono emocional que elijamos será el más adecuado para la edad de nuestros niños o jóvenes, y seremos los primeros en decirles. De esta forma también creamos un círculo de confianza con ellos.

Busquemos un espacio adecuado; podemos reunirnos en familia y en grupo, aclarando que vamos a hablar de un tema importante, para que el que todos debemos poder atención. Seamos, a medida de lo posible, objetivos, claros y guardemos la calma; demos información precisa, y en primera instancia, dejando afuera las emociones.

Por ejemplo, en vez de decir “Ha ocurrido una tragedia horrible en Nepal y muchas personas están sufriendo”, expliquemos “Tembló fuertemente en Nepal. Muchas personas perdieron sus casas”.

2. Una vez que el chico tenga la información, estemos atentos a sus primeras reacciones. Invitémoslos a decir lo que ha escuchado al respecto y cómo ello los hace sentir. En este momento tratemos de estar preparados para las preguntas que ellos van a hacernos. La meta de este momento evitar alentar fantasías aterradoras, sobre todos en los más pequeños.

3. Es importante tomar en cuenta la edad de nuestros niños y su etapa de desarrollo, para no dar información de más ni de menos. Tratemos de ser honestos. Entendamos también que en una solo sesión no agotaremos toda la información, y que el tema seguirá latente. Hagámosles entender que la vida debe continuar –no paralicemos todas nuestras actividades cotidianas, pues distraernos también nos ayudará a sanar-, pero busquemos espacios para seguir hablando del tema que les inquieta, pues es probable que la información necesite tiempo para ser asimilada.

4. Guardar la calma es importante. El chico o chica debe percibir que, aunque estemos tristes, molestos o preocupados, podemos controlar nuestro sentir. Este es el momento para expresar nuestros sentimientos con empatía, pues tampoco es recomendable mostrarse indiferentes. Recordemos que los eventos traumáticos nos enseñan a aprender de las malas experiencias y a mantenernos alerta y unidos.

5. Tranquilizar a los niños ante estos eventos es difícil, debido al egocentrismo característico de su edad, pues ellos pensarán que la tragedia podrá ocurrirle ellos. Entonces podemos explicarles las medidas que se han tomado para que no vuelva a ocurrir, o para minimizar el daño en su comunidad, escuela o casa. Es importante referirse a hechos concretos que puedan reconocer, por ejemplo: “por eso realizamos simulacros en la escuela, o “por eso debemos conocer y vigilar las reglas de vialidad”. Tratemos de tranquilizar a los pequeños explicándoles también que los científicos o autoridades están estudiando el hecho para que no vuelva a ocurrir. Podemos aprovechar distintos momentos cotidianos para hacerlos sentir seguros (explicarles los procedimientos de abordaje en el aeropuerto, señalar las salidas de emergencia en una tienda, etc.).

6. Es importante que los niños y adolescentes expresen sus sentimientos y puedan ya sea de forma escrita, con un dibujo, con una canción, un homenaje, un minuto de silencio, etc. Recordar a aquellos que se fueron y que están sufriendo. Si somos religiosos, este es el mejor momento de acercarse a Dios.

7. Es en este momento donde el sentimiento solidario de los niños aflora, y debemos aprovecharlo para accionar campañas de ayuda humanitaria. De esta forma, les mostraremos que, ante la tragedia sí pueden hacer algo; además, ayudar a otros es la forma más hermosa de contrarrestar el dolor, y resulta muy terapéutico para niños y adultos.


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